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jueves, 19 de agosto de 2010

ESTUDIO LONGITUDINAL DEL CONSUMO DE ALCOHOL Y EL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN JÓVENES


Resumen:

Objetivos: Examinar la dirección de causalidad entre el comportamiento antisocial de los jóvenes y el consumo (inadecuado) de alcohol a corto y largo plazo conjuntamente con los efectos asociados al problema relacionado con el alcohol.

Métodos: Los datos provienen de un estudio longitudinal (2586 alumnos), que permite explorar los efectos del consumo (inadecuado) de alcohol y el comportamiento antisocial entre los 11 y los 15 años de edad, usando modelos de ecuación estructural de las relaciones a largo y corto plazo y modelos de los efectos asociados respecto al problema relacionado con el alcohol a los 15 años de edad.

Este método nos permitió evaluar cual de las tres hipótesis descritas como “desinhibición” [el consumo (inadecuado) de alcohol causa o facilita el comportamiento antisocial], “susceptibilidad” [el comportamiento antisocial causa el consumo (inadecuado) de alcohol] o “reciprocidad” [el consumo (inadecuado) de alcohol causa comportamiento antisocial y viceversa], recibe más apoyo, tanto en general como por géneros, por clase social y por el contexto en el que se bebe.

Resultados: En general, los resultados apoyan la hipótesis de la susceptibilidad, particularmente en los modelos a largo plazo. No hay apoyo para la desinhibición “pura.” Sin embargo, en los modelos a corto plazo y de los efectos asociados (esto es, hasta que el desfase de tiempo se hace más corto) hay evidencia de que según el género, la clase social o los lugares de bebida, se cumple que, además de que el comportamiento antisocial causa el consumo (inadecuado) de alcohol, también ocurre lo inverso.

Conclusiones: El comportamiento antisocial es el principal factor predictivo de consumo (inadecuado) de alcohol y del problema relacionado con el alcohol, con el consumo de alcohol impactando sólo modestamente sobre el comportamiento antisocial y el problema relacionado con el alcohol a corto plazo.

Introducción
Este artículo examina la relación entre el consumo (inadecuado) de alcohol, el comportamiento antisocial y el problema relacionado con el alcohol (es decir, la concomitancia del alcohol y el comportamiento disruptivo) entre los jóvenes en el oeste de Escocia en la última mitad de los años 90. La evidencia de una dramática elevación en el consumo de alcohol en este grupo de edad (particularmente mujeres) tanto en este área concreta (Sweeting y West, 2003) como en general en el Reino Unido (Rodham y col., 2005; Plant y Plant, 2006), conjuntamente con su pobre posición en comparación con el resto de Europa (Hibell y col., 2004), ha hecho de la reducción del consumo (inadecuado) de alcohol, especialmente beber para emborracharse alcohólicas y las borracheras públicas, una prioridad del Gobierno Británico (Oficina Estatal, Unidad de Estrategia del Primer Ministro, 2004). De forma similar, la evidencia de un incremento en los trastornos de la conducta en los jóvenes(Collishaw y col., 2004) justifica diversas políticas para reducir el comportamiento antisocial.

Dada la bien establecida relación entre el consumo (inadecuado) de alcohol y el comportamiento antisocial (Plant y col., 1985; Sanford, 2001; Miczek y col., 2004; Rose y col., 2004) un importante paso de esta incorporan intentas para reducir el consumo de alcohol de los jóvenes. (Marsh y Fox, 1992).

Aunque bien documentada, la relación entre el consumo (inadecuado) de alcohol y el comportamiento antisocial no es simple, con distintas visiones que producen diferentes predicciones acerca de la dirección de la causalidad. Esto puede formularse como tres hipótesis básicas, representando efectos de desinhibición, susceptibilidad y reciprocidad respectivamente, cada una de los cuales puede aplicarse tanto a corto como a largo plazo.

La primera (hipótesis de desinhibición) postula que el alcohol causa o facilita el comportamiento antisocial en el corto (más inmediato) plazo, como consecuencia de los efectos agudos sobre el cerebro, en particular su impacto sobre el funcionamiento pre-frontal (Room y Collins 1988; Bushman y Cooper, 1990; Graham y col., 1988). Por ejemplo, un estudio de jóvenes concluyó que la violencia entre los individuos alcohol dependientes ocurría cuando, y posiblemente debido a que, estaban bajo la influencia del alcohol(Arseneaukt y col., 2000).

A largo plazo, hay un impacto potencial adicional del consumo crónico (inadecuado) de alcohol sobre el comportamiento antisocial por medio de la afectación del hipocampo (limitación de la memoria, del aprendizaje y consecuentemente del funcionamiento ejecutivo general) u otras limitaciones neurológicas Tapert y col., 2005; Howard, 2006). Además el exceso de alcohol puede asociarse con limitación en las relaciones con los padres y los semejantes, con dificultades en la escuela o el trabajo, con conflictos con las fuerzas de seguridad y con una cadena de relaciones pervertidas o antisociales (Brook y col., 1998).

Contrastando con la visión que predica un efecto del alcohol sobre el comportamiento antisocial, la segunda hipótesis (susceptibilidad) postula lo contrario; las personas con susceptibilidad a, o en la trayectoria de un comportamiento antisocial, consumen
alcohol en mayor medida que aquellos que son menos susceptibles. Por tanto, el comportamiento antisocial es la causa del consumo (inadecuado) de alcohol,
tanto a corto como a largo plazo. El consumo de drogas, incluyendo el alcohol, por los adolescentes se ha relacionado con características tales como pérdida de control y agresión a edades (mucho) más tempranas (Block y col., 1988; Windle, 1990; While y col., 1993; Brooke y col., 1996), ocasionando una incapacidad general para controlar el comportamiento. Esto podría surgir de diversas causas incluyendo factores genéti-
cos comunes (Clark y col., 2002; Cooper y col., 2003; Stallings y col., 2005) o factores sociales. Cada una de estas explicaciones es consistente con la noción de
que factores de orden superiores representan la esencia de los procesos psicopatológicos, en este caso expresado mediante la externalización de problemas (Krueger y col., 1998). Alternativamente (o adicionalmente), el comportamiento antisocial puede causar un consumo (inadecuado) del alcohol por medio de la asociación con otras personas antisociales consumidores de alcohol (Barnow y col., 2006).

Finalmente, la tercera (hipótesis recíproca) postula que tanto el consumo (inadecuado) de alcohol causa comportamiento antisocial como el comportamiento antisocial puede causar consumo (inadecuado) de alcohol, estableciéndose así un circuito retroalimentado.

A corto plazo, el alcohol y el comportamiento antisocial pueden alimentarse el uno al otro intensificando la agresión en contextos sociales particulares(Graham y col., 1998, 2000). A largo plazo, la consecuencia del consumo (inadecuado) de alcohol puede interactuar con factores individuales (impulsividad, búsqueda de sensaciones, personalidad agresiva) incrementando de esta manera la desregulación y los problemas de juicio, conduciendo a unos todavía peores consumos de alcohol y comportamiento antisocial (Howard, 2006; Measelle y col., 2006).

Cada una de las hipótesis comentadas anteriormente explica la relación entre el consumo (inadecuado) de alcohol y el comportamiento antisocial en general.

Problemas más específicos relacionados con el alcohol tales como peleas, discusiones o problemas con la policía debido a la bebida pueden ser efectos asociados de (tendencia hacia) un comportamiento antisocial en adición al consumo (inadecuado) de alcohol. Por tanto, las mismas tres hipótesis son relevantes para su pronóstico. Consecuentemente, la hipótesis de desinhibición insinúa que el consumo (inadecuado) de alcohol es un mejor factor de predicción de los problemas relacionados con el alcohol, la hipótesis de susceptibilidad que eso se predice mejor por el comportamiento antisocial y la hipótesis recíproca que tanto el alcohol como el comportamiento antisocial predicen problemas relacionados con el alcohol.

En apoyo de esta última, un estudio reciente halló que importantes factores de predicción de peleas de adolescentes relacionadas con el alcohol incluían un consumo elevado y frecuente de alcohol (insinuando desinhibición) y problemas en las escuelas tales como problemas de relación con los profesores o los compañeros o dificultades de atención (insinuando susceptibilidad) (Swahn y Donovan, 2005).

Informe completo

Revista RET


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sábado, 14 de noviembre de 2009

Guía de Buenas Prácticas de FARE (2009)

Esta publicación tiene como objetivo lograr una mejor atención a las personas que sufren problemas relacionados con el alcohol, una auténtica pandemia que se extiende por los cinco continentes y sin hacer distingos entre clases sociales.

Con esta guía de buenas prácticas, FARE pretende aportar un texto que sirva de pauta tanto a profesionales como a voluntarios sobre los que recae una parte de la responsabilidad de reducir el consumo inmoderado de alcohol y, sobre todo, de ayudar con métodos eficaces a los que han decidido cambiar sus hábitos y mejorar sus vidas y las de sus familias.

Una meta clave que justifica el nacimiento de la Federación de Alcohólicos Rehabilitados de España es prestar apoyo a quienes desean abandonar su hábito y requieren de ayuda.

Durante muchos años, una parte de esa asistencia pudo ser ofrecida de manera voluntaria por personal especializado, que dedicaba un porcentaje de su tiempo a eso que de manera coloquial podríamos definir como echar una mano. Sin embargo, la extensión de la epidemia, su no distinción entre clases y la afectación a personas cada vez más jóvenes, obligaba a revisar los métodos y a reforzar ese importante flanco con profesionales que hagan su trabajo sin necesidad de obviar la tarea de los voluntarios.

Sentadas las bases anteriores, lo que procedía era elaborar un documento que garantice la manera más correcta de aplicar por igual en todas partes los conocimientos profesionales y la experiencia acumulada por el movimiento de Alcohólicos Rehabilitados a lo largo de cuatro décadas.

He aquí el resultado de nuestro trabajo.

Guía

FARE

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viernes, 9 de octubre de 2009

Drogas de abuso: evaluación de las unidades de conductas adictivas en un Área Sanitaria

Resumen
Los objetivos planteados en este trabajo son, contribuir a la verificación del uso de drogas de abuso y sustancias estupefacientes y evaluar el grado de dependencia en población drogadicta del Área Sanitaria nº 17 de la Comunidad Valenciana así como verificar el cumplimiento del tratamiento y la identificación de la dosis terapéutica eficaz del fármaco sustitutivo (metadona) a través de los programas establecidos en la Unidad de Conductas Adictivas (UCA).

Informe completo
SciELO (Scientific electronic library online)

Los resultados que se presentan se obtuvieron del análisis de las muestras de orina procedentes de 5148 pacientes, durante el periodo anual comprendido entre octubre de 2000 a septiembre de 2001. A las muestras de orina de dichos pacientes se les practicaron un total de 7921 determinaciones de drogas de abuso de las que el 86,68% fueron negativas y el 13,32% fueron positivas. Según el tipo de sustancia ingerida se obtuvieron los siguientes resultados: Cocaína se practicaron 4220 determinaciones, resultando 88,65% negativas y 11,35% positivas. Opio se practicaron 2415 determinaciones, resultando 85,51% negativas y 14,41% positivas. Anfetaminas se practicaron 746 determinaciones, resultando 96,65% negativas y 3,35% positivas. Cannabinoides se practicaron 540 determinaciones, resultando 62,4% negativas y 37,59% positivas. Metadona se practicaron 238 determinaciones, resultando 10,92% negativas y 89,08% positivas. En conjunto de los individuos analizados 8 de cada 10 fueron negativos en los análisis que se practicaron en el consumo total de drogas de abuso.

Los resultados de nuestro estudio, vienen a corroborar el informe del Observatorio Español sobre Drogas que presentó nuevos datos, en el que la cocaína fue en 1999 la droga más mencionada en las urgencias hospitalarias por consumo de sustancias psicoactivas, y además fue la droga que provocó más muertes por reacción aguda tras consumo, y su creciente impacto sanitario y epidemiológico corre parejo al debilitamiento de la heroína.

Introducción
La OMS define la droga como "Toda sustancia que introducida en un organismo vivo puede modificar una o varias de sus funciones, es susceptible de crear dependencia, y que puede a la vez, provocar tolerancia"; sin embargo actualmente la medicina consigue restringir el concepto de droga de abuso a un grupo de sustancias que se caracterizan por crear hábito, producir sintomatología psíquica y/o dependencia, ser nocivas para la salud en función de su dosis y permanencia en el organismo y estar penalizado su tráfico en todos los países civilizados.

El término drogas de abuso sólo puede definirse en términos de desaprobación de la sociedad e implica diferentes tipos de conducta: uso de drogas para experimentar y por diversión, empleo de drogas psicoactivas para aliviar problemas o síntomas y con un desarrollo posterior de dependencia para evitar las molestias de supresión.

La cocaína, producto natural que se encuentra en las hojas de la planta Eritroxylum Coca, es un potente estimulante del sistema nervioso central (SNC) y un agente anestésico local. Sus efectos farmacológicos son idénticos a los de las anfetaminas aunque la duración de acción de la cocaína es más corta.

La cocaína suele aplicarse por vía intranasal o fumarse, es fácilmente absorbida a través de la membrana de las fosas nasales y pulmonares a la circulación sanguínea, sus efectos son intensos pero de corta duración. Es rápidamente inactivada por hidrólisis de sus uniones de éster1,2,3, la cocaína no metabolizada tiene afinidad por los tejidos grasos y alcanza rápidamente el cerebro; en cambio, los metabolitos de la cocaína son más hidrosolubles y se excretan con la orina, junto con un determinado porcentaje de droga inalterada2,4. El metabolito principal, la benzoilecgonina, constituye el marcador primario para la detección del uso de cocaína1,2.

La morfina es un analgésico narcótico que se ha usado durante siglos como medicamento para el alivio del dolor intenso. Los opiáceos químicamente similares como la heroína reducen la sensibilidad a los estímulos físicos, psíquicos, aliviando el dolor, el distrés y la ansiedad. Los consumidores suelen aparecer letárgicos e indiferentes. La morfina es excretada por la orina en forma de morfina-3-glucurónido, morfina libre inalterada y otros metabolitos menores, su excreción por la orina constituye la vía de eliminación primaria5,6. Los opiáceos producen dependencia física intensa; los síntomas de abstinencia pueden sobrevenir en el plazo de pocas horas después de la última dosis, pudiendo persistir durante 10-15 días. El adicto puede buscar el uso continuado de opiáceos tanto con el fin de evitar los síntomas de supresión como de conseguir la euforia insensata deseada7,8.

El principal componente psicoactivo del cáñamo indico, Cannabis sativa, es el D9-tetrahidrocannabinol (D9-THC), los efectos agudos del consumo coinciden en trastornos de la memoria, distorsión perceptiva del tiempo, dificultad para el aprendizaje, disminución de la capacidad motriz y despersonalización9,10,11. Los cannabinoides naturales y sus productos metabólicos son liposolubles y tras su uso se almacenan en los tejidos grasos del organismo, incluyendo el tejido cerebral durante largos períodos de tiempo12. Sus metabolitos se encuentran en sangre, bilis, heces y orina y dada su liposolubilidad se retienen en los tejidos adiposos del organismo con una liberación lenta y la consiguiente excreción urinaria durante días, semanas e incluso meses desde la última exposición, dependiendo de la intensidad y la frecuencia del uso siendo el ácido 11-nor-D9-THC-9-carboxílico el marcador urinario primario para la detección del uso de marihuana13.

Las anfetaminas por su actividad estimulante del SNC aumentan la alerta y suprimen el apetito, induciendo simultáneamente una sensación de aumento del rendimiento físico e intelectual, bienestar y euforia14,15,17, sus efectos cardiovasculares incluyen elevación de la tensión arterial e inducción de arritmias cardíacas15. El consumo prolongado y repetitivo, se acompaña de falta de sueño, nerviosismo y delirios paranoides crecientes seguidos de episodios de sueño profundo16. Las anfetaminas se absorben bien por vía digestiva llegando rápidamente a la sangre17, se metabolizan en el hígado por hidroxilación, desmetilación y conjugación18,19, un porcentaje considerable se excreta por la orina en forma inalterada junto con sus metabolitos, dependiendo el porcentaje de excreción del pH urinario18,20.

La metadona es una difenilpropilamina que se emplea para la desintoxicación y el mantenimiento transitorio de la adicción a los narcóticos, así como en el mantenimiento del dolor agudo y crónico. El síndrome de abstinencia por metadona cualitativamente es similar al de la morfina, aunque difiere de éste en que se desarrolla más lentamente, es menos intenso y más duradero21. Por estos motivos, la metadona se emplea en el tratamiento de la dependencia de narcóticos, con la esperanza de eliminar la necesidad de consumo de opiáceos ilícitos. La sobredosis de metadona se caracteriza por causar estupor, depresión respiratoria, piel fría y húmeda, hipotensión, coma y colapso circulatorio22.

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miércoles, 7 de octubre de 2009

Relación del consumo de alcohol y drogas de los jóvenes españoles con la siniestralidad vial durante la vida recreativa nocturna

RESUMEN
Fundamento:
El fenómeno conocido como consumo concentrado de alcohol y otras drogas se produce de manera frecuente entre los jóvenes en las áreas recreativas nocturnas. El presente estudio analiza las conductas de riesgo y la siniestralidad asociada al alcohol y otras drogas en una muestra de jóvenes que participan de la vida recreativa nocturna.

Informe completo
SciELO (Scientific electronic library online)

Método:
Participaron 440 jóvenes de 3 comunidades autónomas. El tamaño de la muestra fue estimado mediante Respondent Driven Sampling. Los análisis estadísticos exploraron frecuencias y medidas de asociación de conductas de riesgo en conducción en relación con la siniestralidad, número de estados de embriaguez, frecuencia de accidentes en el último mes, influencia de sexo y edad, así como la potencia predictiva de dichas variables respecto a la siniestralidad.

Resultados:
Un 50,2% de los jóvenes ha subido con un conductor ebrio y/o drogado, un 23,2% ha conducido embriagado y un 23,5% bajos los efectos de otras drogas. A mayor implicación en la noche, mayor frecuencia de embriaguez [ chi2 (9)=112,24; p< ,000 ]; a mayor número de borracheras, mayor frecuencia en las conductas: subirse con otros conductores ebrios o drogados [ chi2 = 36.442, (3) p< 0.001 ], conducir ebrio [ chi2 =23,748, (3) p< 0,001 ] y conducir drogado [ chi2 = 23,816 (3) p< 0,001 ]. El análisis de regresión destacó conducir ebrio (odds-ratio=5,4) como conducta de riesgo más asociada a los accidentes de tráfico.

Conclusiones:
Las conductas de riesgo durante la conducción de vehículos muestran una elevada incidencia. Embriaguez, uso de drogas e implicación en la noche aumentan la frecuencia de dichas conductas. Conducir ebrio fue el mejor predictor de los accidentes.

Introducción
Se estima que cada año mueren en el mundo 1,2 millones de personas a causa de accidentes en la vía pública y otros 50 millones resultan heridas. Sin un renovado compromiso con la prevención, las proyecciones indican que estas cifras aumentarán en torno al 65% en los próximos 20 años1. Se calcula que una de cada cuatro muertes en carretera entre varones de 15 a 29 años es atribuible al abuso de alcohol2. Está bien establecido que el alcohol es un factor principal en las heridas y muertes no sólo de conductores ebrios sino de otros usuarios de las vías3. Según autoinforman los jóvenes universitarios de un estudio español, conducir después de consumir alcohol es una práctica generalizada entre ellos y en algunos casos incluso después de haber consumido dosis elevadas4.

Por otra parte, un 35% de los consumidores habituales de cannabis reconoce que con frecuencia se pone al volante en las cuatro horas siguientes al consumo de la droga5. Los efectos negativos del cannabis sobre la conducción han sido ampliamente documentados6-9, así como también los diversos efectos posibles del consumo combinado de alcohol y cannabis sobre la conducción3,10, quedando su influencia fuera de toda duda.

Existe amplia literatura congruente sobre las diferencias de género en conducción de riesgo según la cual son los varones jóvenes los que con mayor frecuencia se ven involucrados en los accidentes con heridos11. Los varones informan asumir mayor número de conductas de riesgo en conducción12,4 mientras que las mujeres muestran mayor grado de cumplimiento de la normativa de tráfico12 y una actitud más positiva hacia la seguridad vial13.

También existe evidencia de que la vida recreativa nocturna es un factor de riesgo para el consumo de alcohol y otras drogas por parte de los jóvenes14, 15 y también para otras conductas de riesgo16. El fenómeno conocido como binge-drinking (consumo concentrado de alcohol de una sentada) y otras drogas se produce de manera frecuente entre los jóvenes en las áreas recreativas nocturnas17,18. La presencia de conductas de riesgo durante la conducción es elevada entre los jóvenes en el contexto recreativo19,20.

En los estudios tradicionales sobre conducción se consideraba como principal conducta de riesgo conducir ebrio y conducir drogado. Sin embargo, varios estudios han manifestado la importancia de la conducta de riesgo de subirse a un vehículo cuyo conductor está ebrio y/o drogado21. Un estudio europeo muy reciente muestra además la elevada prevalencia de esta conducta entre los jóvenes (datos sin publicar).

Este estudio tiene como objetivos explorar entre los jóvenes que suelen salir de marcha los fines de semana la incidencia de las conductas de riesgo en conducción (subirse con un conductor ebrio o drogado, conducir ebrio, conducir drogado), la incidencia de los accidentes debidos a consumos de alcohol y otras drogas, y la relación que se establece con diversos factores de riesgo: sexo, consumos y el grado de implicación en la vida recreativa nocturna.

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Consumo de drogas entre la población en general y entre los jóvenes

Desde 1995, cada dos años se efectúa en España una encuesta de población general sobre consumo de drogas (EDADES) que se centra en una franja de edad comprendida entre los 15 y los 64 años de edad. Los resultados de la encuesta realizada en 2005 revelaron que el cannabis es la sustancia ilícita más consumida en España. El 28,6 % de los encuestados con una edad comprendida entre 15 y 64 años afirmaron haber consumido cannabis alguna vez en su vida

Resumen completo
EMCDDA (Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías)

Siguiendo en orden de importancia la cocaína (7,0 %) y el éxtasis (4,4 %), mientras que el mismo porcentaje de encuestados afirmó haber consumido anfetaminas y alucinógenos (3,4 %). En 2007, el 27,3 % de la muestra afirmaba haber consumido cannabis alguna vez en su vida, siguiendo en orden de importancia la cocaína (8,3 %), el éxtasis (4,2 %), las anfetaminas y alucinógenos (3,8 %). En 2007, la prevalencia del consumo en el último año de cannabis era del 10,1 % (11,2 % en 2005), y la prevalencia del consumo en el último mes, del 7,1 %. Entre 2003 y 2007, descendió el consumo de tabaco. La proporción de consumidores diarios y mensuales de alcohol descendió igualmente. Sin embargo, se experimentó un aumento en la proporción de chicas jóvenes que afirman emborracharse. El consumo de sedantes (tranquilizantes y/o somníferos) ha aumentado, de un 5,1 % en 2005 a un 8,6 % en 2007. Entre 2005 y 2007, el consumo de cannabis descendió mientras que el de cocaína en polvo se mantuvo estable tras varios años de continuo ascenso. En el mismo periodo, la experimentación con cocaína base (crack) y su consumo crecieron considerablemente. El consumo de éxtasis, anfetaminas y drogas alucinógenas se ha estabilizado o desciende. El consumo de inhalantes volátiles y heroína se mantiene en niveles bajos, aunque desde 2009, se ha observado una tendencia de aumento de la experimentación con estas sustancias.
El consumo de drogas psicotrópicas ilícitas se concentra en los subgrupos de personas que han consumido de forma habitual varias drogas en un periodo determinado. Una proporción significativa de la población considera relativamente bajo el riesgo de beber cinco o seis vasos de bebidas alcohólicas durante el fin de semana o a diario, fumar un paquete de cigarrillos diario o consumir de forma habitual cannabis, tranquilizantes o somníferos. Entre 2005 y 2007, el riesgo percibido asociado a la mayoría de tipos de comportamientos de consumo de drogas ha aumentado. Sin embargo, el riesgo que se percibe en relación con el uso habitual de sedantes desciende, y el relativo al consumo diario de un paquete de cigarrillos permanece estable. Entre 2005 y 2007, se ha experimentado un descenso significativo en la disponibilidad percibida de las principales drogas ilícitas, tras varios años de ascenso.

La última encuesta nacional sobre el consumo de drogas entre los estudiantes de 14 a 18 años (ESTUDES) se llevó a cabo en 2007. En ese año, la sustancia ilícita mencionada con más frecuencia fue el cannabis, cuya prevalencia a lo largo de la vida resultó ser del 37 %, en comparación con el 41 % en 2004. Los índices de prevalencia a lo largo de la vida para otras drogas ilícitas fueron los siguientes: 4 % para la cocaína, 3 % para el éxtasis, 3 % para las anfetaminas, 4 % para los alucinógenos y 3 % para los disolventes. Sólo un 1 % afirmó haber probado alguna vez la heroína. En 2007, la prevalencia del consumo en el último año de cannabis era del 30 %, y la prevalencia de consumo en el último mes, del 20 %.



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martes, 6 de octubre de 2009

Informe Mundial sobre las drogas 2009


Prefacio:

El final del primer siglo de fiscalización de drogas (que comenzó en Shanghái en 1909) coincidió con la terminación del decenio dedicado a la acción común para contrarrestar el problema mundial de las drogas (iniciado en 1998 por la Asamblea General en su período extraordinario de sesiones sobre las drogas). Estos aniversarios estimularon la reflexión sobre la eficacia y las limitaciones de las políticas sobre drogas. El examen culminó con la reafirmación de que las drogas ilícitas siguen planteando un peligro para la salud de la humanidad. Por ello, las drogas están, y deben seguir estando, controladas. Habida cuenta de ello, los Estados Miembros confirmaron su apoyo inequívoco a los convenios y convenciones de las Naciones Unidas que han establecido el sistema de fiscalización internacional de drogas.

Informe completo
UNODC (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito)


Al mismo tiempo, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha puesto de relieve algunos efectos negativos, claramente no deseados de la fiscalización de drogas, que preanuncian la necesidad de celebrar un debate sobre las formas de hacerles frente. Últimamente, se han alzado algunas voces, limitadas pero en aumento entre los políticos, los medios de difusión y hasta la opinión pública, que afirman: la fiscalización de drogas no está dando resultados.
El volumen de estas voces sigue aumentando y el mensaje se está extendiendo.

Gran parte de este debate público se caracteriza por generalizaciones injustificadas y soluciones simplistas. Sin embargo, el eje mismo del debate destaca la necesidad de evaluar la eficacia del enfoque actual. Tras haber examinado la cuestión sobre la base de nuestros datos, la UNODC ha llegado a la conclusión de que, aunque los cambios son necesarios, éstos deberían alentar diferentes medios de proteger a la sociedad contra las drogas, y no de impulsar el objetivo diferente de abandonar esta protección.

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lunes, 5 de octubre de 2009

Diferencias en habilidades cognitivas entre jóvenes universitarias consumidoras de alcohol


Resumen
La evidencia empírica ha mostrado que el consumo abusivo de alcohol puede repercutir negativamente en determinadas funciones cognitivas. El objetivo de este artículo ha sido analizar si existe relación entre el consumo de alcohol y determinadas habilidades cognitivas (memoria, percepción y razonamiento) en jóvenes universitarias.

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Health and Addictions


Se han utilizado varios cuestionarios para recoger el perfil adictivo de las jóvenes y para evaluar el rendimiento de los sujetos en tareas que implican ciertas habilidades cognitivas. Participaron 100 mujeres, de entre 18 y 25 años, distribuidas en dos grupos: consumidoras de riesgo (n=31) y consumidoras de bajo riesgo (n=69), siguiendo los criterios de la OMS. En cuanto a los resultados, por un lado, el grupo de las consumidoras de riesgo mostró un patrón de consumo más grave en términos de uso de otras sustancias, frecuencia de consumo y porcentajes de cumplimiento de criterios de abuso.

Por otro lado, en cuanto a las habilidades cognitivas se encontraron diferencias significativas entre grupos en razonamiento abstracto y en percepción. Los resultados muestran tendencias de cómo el consumo abusivo de alcohol podría afectar al funcionamiento cognitivo de las mujeres jóvenes. Futuros estudios podrían profundizar en estos déficits y aportar luz en la mejora de las técnicas terapéuticas y preventivas en
este campo.

El consumo de drogas es uno de los principales problemas de salud pública en España. Según el Plan Nacional sobre Drogas (2007) el 81% de los estudiantes de 14 a 18 años habían consumido alcohol en el último año y el 65.5% lo había hecho en el último mes. La mayoría se había emborrachado alguna vez en la vida y más del 30% lo habían hecho durante el último mes. En cuanto al consumo habitual, un 47,3% había consumido alcohol más de 8 días en los últimos 30 (51,8% en hombre y
42,8% en mujeres).

El inicio temprano de consumo de alcohol, situándose la edad media de consumo de sustancias en los 13 años (Plan Nacional sobre Drogas, 2007), podría desembocar en una mayor probabilidad de padecer problemas relacionados con el consumo de alcohol en los años posteriores. El adolescente se encuentra en un período de desarrollo tanto a nivel cognitivo como físico, todo su cuerpo sufre cambios, y un correcto desarrollo de éste puede verse mermado por una ingesta abusiva de alcohol.

El alcohol puede afectar tanto a la estructura como a la función del SNC, pudiendo afectar a las funciones neuropsicológicas (Kalechstein & van Gorp, 2007). Éste grado de deterioro depende del patrón de consumo, la cantidad de ingesta, el policonsumo, los antecedentes, etc. Diversos estudios y evaluaciones muestran que la corteza prefrontal suele ser la zona más afectada por el consumo de alcohol (Garcia-Moreno, Exposito, Sanhueza, & Angulo, 2008). La mayoría de estos estudios
demuestran que tanto el uso como el abuso de sustancias psicoactivas puede afectar a determinadas funciones cognitivas. Estas investigaciones se centran en la evaluación y el estudio de las funciones cognitivas asociadas a la corteza prefrontal, tareas de atención y memoria de trabajo En dichas investigaciones se han encontrado algunas diferencias significativas de las funciones cognitivas y también en tareas relacionadas con la atención. Las puntuaciones obtenidas en las pruebas siempre fueron peores en drogodependientes. (Easton et al., 2008; Garcia-Moreno et al., 2008; Grenard et al., 2008; Secades-Villa et al., 2008; Verdejo-Garcia & Perez-Garcia, 2008; Verdejo-Garcia et al., 2006; Verdejo-Garcia et al., 2005).

En el caso de los adolescentes se ha estudiado la posibilidad de encontrar déficits cognitivos asociados al consumo de alcohol y otras sustancias habituales durante los fines de semana (Corcos, Phan,Nezelof, & Jeammet, 2005; Cortes Tomas et al., 2008; Garcia-Moreno et al., 2008; Harvey, Sellman, Porter, & Frampton, 2007; Indlekofer et al., 2008; Pattij, Wiskerke, & Schoffelmeer, 2008). Se han encontrado ligeras diferencias entre grupos de consumidores y no consumidores, especialmente en tareas de atención, viéndose un peor rendimiento en los consumidores.

En definitiva, el consumo habitual de alcohol podría llevar a un deterioro cognitivo y neurológico, tanto en adolescentes como en la edad adulta. Por otro lado, la prevención del consumo de alcohol en adolescentes ha de ser multifacética (centrándose en la familia, la salud, etc.), basándose en la lógica de que al disminuir los factores de riesgo, la probabilidad de consumo también disminuirá (Carballo Crespo et al., 2004; Fernández Hermida & Secades Villa, 2003). Puesto que el bajo rendimiento escolar se ha mostrado como un factor de riesgo para el consumo de alcohol en adolescentes (Becoña, 2003), y además, está altamente relacionado con las funciones cognitivas, los adolescentes podrían beneficiarse de estrategias para la mejora de las habilidades cognitivas a la hora de prevenir el consumo. En este sentido estudios realizados muestran que aquellos sujetos con peores habilidades tienen una mayor probabilidad de consumir alcohol (Thush et al., 2008). Es por esta razón por lo que la mejora de las habilidades cognitivas podría prevenir el consumo de alcohol. El objetivo de este artículo es analizar si existe relación entre el consumo de alcohol y determinadas habilidades cognitivas (percepción, memoria y razonamiento) en jóvenes universitarias, con el fin de profundizar en la problemáticas asociadas al consumo de alcohol en los jóvenes.

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