lunes, 29 de marzo de 2010

Aspectos psiquiátricos del consumo de cannabis

El consumo de drogas como la heroína, la cocaína o las drogas de síntesis conlleva una serie de riesgos, en algunos casos de extrema gravedad, que, podemos decir, son bien conocidos y considerados por el conjunto de la sociedad. En el caso de otras sustancias, como es el caso del cánnabis, la tolerancia social hacia su consumo y la baja percepción del riesgo de su consumo, constituyen un hecho muy extendido.

La capacidad de adicción a los derivados del cánnabis, las modificaciones que ocasiona en la conducta, sus consecuencias sobre la actividad intelectual, familiar, laboral y social del consumidor, y su implicación en el desarrollo de patologías psiquiátricas constituyen un hecho evidente, en cuyo conocimiento vamos profundizando paulatinamente gracias al esfuerzo de los investigadores que se dedican a este campo.

Para la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid es imprescindible contar con nuevas aportaciones científicas sobre la realidad del consumo de drogas sobre las que basar las políticas y actuaciones en drogodependencias. Por ese motivo, la Agencia Antidroga, el Instituto de Adicciones de Madrid, la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (SEIC) y la
Asociación Médica para las Adicciones y Patologías Asociadas (AMAPA), han creado la Red Madrileña de Investigación sobre Cánnabis, entidad que tiene como objetivo promover la investigación y difusión de información científica sobre el cánnabis, además de servir como foro de intercambio de conocimiento entre científicos y técnicos en drogodependencias. La primera jornada organizada por esta entidad, dedicada a los Aspectos Psiquiátricos del Consumo de Cánnabis, ha arrojado unos resultados sumamente interesantes, que ahora se difunden a través de esta publicación. Todo aquel científico, técnico, profesional o simple interesado sobre esta faceta de los riesgos del consumo del cánnabis encontrará en sus páginas información de máxima relevancia e interés.


Confío en que esta nueva aportación de las evidencias científicas sobre el riesgo del consumo de cánnabis influya, con el esfuerzo de todos, en transmitir a la sociedad una información objetiva y realista sobre esta sustancia, incrementando la percepción del riesgo.

Efectos producidos por el consumo de cannabis: aspectos neuroquímicos

1.1. Introducción

Que el cannabis produce efectos en el cerebro de quienes lo consumen esta claro. No parece probable que la gente se exponga a una multa o gaste su dinero en algo que no le reporte algún beneficio, excepción hecha de una compra compulsiva en las rebajas del Corte Inglés. Una vez establecida esta premisa, podemos decir que la alteración del estado de ánimo buscada por los consumidores, se basa en las modificaciones producidas por determinados componentes de la droga, principalmente el Δ-9-tetrahidrocannabinol (Δ-9-THC), en la actividad de alguno de los neurotransmisores presentes en el cerebro humano.

A veces esas modificaciones en la neurotransmisión pueden conducir a la aparición de ansiedad, disforia, síntomas paranoides y/o pánico. Estos trastornos suelen desaparecer espontáneamente al cabo de algunas horas. Por otro lado, la intoxicación aguda producida por el consumo de cannabis suele cursar con un episodio psicótico agudo, que se caracteriza por la aparición de ideas delirantes, alucinaciones, confusión, amnesia, ansiedad y agitación. Suele cesar, tras la eliminación del Δ-9-THC del organismo. En este caso la alteración producida sobre la funcionalidad cerebral debe ser, al menos en parte, diferente a la aparecida en el consumo ordinario, al tener consecuencias nocivas para el individuo.

Afortunadamente, las alteraciones neurobiológicas producidas suelen ser reversibles. Pero en algunos casos se ha descrito una asociación entre el consumo de cannabis y la aparición de enfermedades psiquiátricas, como son los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo y por su especial gravedad los trastornos psicóticos (Informe sobre cannabis, 2006).

En este caso la alteración nociva transitoria, se ha convertido en permanente y ha dado lugar a una patología psiquiátrica de las que podríamos denominar como clásicas. Esto no quiere decir que la dependencia al consumo de cannabis no deba ser considerado como un trastorno psiquiátrico. Simplemente se trata de otra de las consecuencias negativas asociadas al consumo de esta droga.

El que el consumo de cannabis este relacionado con la aparición de trastornos mentales es un tema que ha sido ampliamente discutido en el pasado, sin que los argumentos empleados hayan servido para la obtención de conclusiones definitivas al respecto. Sin embargo en los últimos años han ido apareciendo diversos resultados que han aportado datos mas consistentes a esta polémica (Hall, 2006). Así, la administración intravenosa de Δ-9-THC induce síntomas positivos y déficits cognitivos en personas sanas y produce un aumento pasajero de síntomas positivos en esquizofrénicos medicados, cuya intensidad depende de la dosis administrada (D´Souza y cols., 2005).

Se ha postulado la existencia de una relación causa-efecto entre el consumo de cannabis y la aparición de psicosis, que es dependiente de la dosis, precediendo el consumo a la aparición de la psicosis y que cuando el consumo se produce al inicio de la adolescencia aumenta el riesgo posterior de psicosis (Henquet y cols., 2005). Uno de los mecanismos neurobiológicos implicados en el riesgo de aparición de trastornos psicóticos puede ser la sensibilización dopaminérgica inducida por el consumo regular de cannabis que hace cada vez más vulnerables a los sujetos a las alteraciones cognitivas y perceptivas inducidas por la dopamina.

Diversos estudios animales han demostrado la existencia de una interacción entre los sistemas endocannabinoide y dopaminérgico (Leweke y cols., 2004). El que ambos sistemas estén relacionados funcionalmente entre si sería la explicación de
la aparición de psicosis entre los consumidores de cannabis. Las modificaciones producidas en el sistema endocannabinoide por la actuación del Δ-9-THC, presente en la droga, podría alterar el sistema dopaminérgico, lo que conduciría a la aparición de síntomas psicóticos.

En humanos también disponemos de ejemplos sobre este tipo de interacciones en el caso del polimorfismo VAL(158)MET para la catecol-O-metil transferasa (COMT), que será desarrollado en otro capítulo del libro. Los individuos homocigotos para el alelo VAL tienen mas probabilidades de exhibir síntomas psicóticos y de desarrollar desordenes esquizofreniformes, cuando consumen cannabis que cuando no lo consumen (Caspi y cols., 2005). La COMT, una de las enzimas encargadas de la degradación de la dopamina, presenta una actividad mas alta para estos homocigotos que para los portadores del alelo MET, por lo que la presencia en estos individuos de un sistema dopaminérgico alterado, puede favorecer los efectos perniciosos del consumo de cannabis, a través de la actuación de este último sobre el sistema endocannabinoide.

También se ha postulado que en la asociación entre el consumo de cannabis y la aparición de psicosis intervienen mecanismos de interacción gen-ambiente. El perfil genético del individuo puede constituir un elemento de interacción con el entorno al presentar mayor sensibilidad genética a determinados factores ambientales. En este caso, el factor ambiental “consumo de cannabis”, afectaría negativamente al subgrupo de consumidores portadores del alelo VAL, lo que convertiría al gen de la COMT en un “gen de predisposición o de riesgo” para la esquizofrenia.

El que otros genes de “predisposición”, presenten alelos con características similares a las aquí citadas, podría explicar porque el riesgo de psicosis, no aumenta en la misma proporción que el consumo de cannabis. La presencia de estos alelos definen subgrupos de individuos dentro de la población general, lo que unido a la posible necesidad de solapamientos entre algunos de estos genes, para que se manifieste la alteración psiquiátrica, limita aún más el número de consumidores en los que pueden aparecer trastornos psicóticos.

Algunos investigadores están en contra de la hipótesis de que el consumo de cannabis tenga que ver con la aparición de psicosis. Uno de los argumentos empleados viene a decir que pese a la expansión producida en el consumo de cannabis, no se ha descrito un aumento sustancial de los casos de esquizofrenia. Para poder confirmar la hipótesis de la vulnerabilidad genética, antes enunciada, son necesarias pruebas epidemiológicas mas concluyentes, para lo cual habría que ampliar el número de participantes en la muestra objeto de estudio (MacLeod y cols., 2006). En cualquier caso para poder despejar todas estas incógnitas, desde un punto de vista neuroquímico es necesario aumentar nuestro conocimiento sobre:

1. Las características del sistema endocannabinoide.

2. Como modifica el Δ-9-THC la actividad de este sistema.

3. Cual es la naturaleza de las interacciones existentes entre los sistemas endocannabinoide y dopaminérgico.

1.2. El sistema endocannabinoide

El sistema endocannabinoide representa un nuevo sistema de comunicación y regulación celular, en el que unos compuestos endógenos, los endocannabinoides, jugarían un papel sobre el organismo similar al protagonizado por neurotransmisores como la dopamina o la serotonina. Los endocannabinoides mejor conocidos son la anandamida y el 2-araquidonoilglicerol. Las células nerviosas están implicadas en su síntesis, liberación, actuación y degradación. Una vez sintetizados se liberan al medio extracelular para actuar sobre una serie de receptores de membrana, habitualmente localizados en las terminales presinapticas.

Sobre estos receptores también actúa el Δ-9-THC. Los endocannabinoides finalizan su actuación al ser recaptados por las neuronas y las células gliales, siendo degradados por la acción de enzimas especificas. Se ha postulado la existencia de varios tipos de receptores, aunque solo se han podido caracterizar dos de ellos; CB1 y CB2. Los CB1 están presentes principalmente en el sistema nervioso, aunque también se ha encontrado en la periferia, mientras que los CB2, aparecen en el sistema inmune y puntualmente en otros tejidos. También se ha progresado en el conocimiento de sus propiedades farmacológicas y de los mecanismos utilizados en su participación en la funcionalidad fisiológica. El sistema endocannabinoide desempeña un papel modulador en diferentes procesos fisiológicos, principalmente en el cerebro, aunque también en otros sistemas como el inmune y el cardiovascular, así como a nivel endocrino y en el metabo-lismo energético. En el cerebro, los endocannabinoides participan en la regulación de la actividad motora, del aprendizaje y la memoria, y de la nocicepción, así como en el desarrollo cerebral.

La participación de los endocannabinoides en estos procesos tiene que ver con su capacidad de modular la actividad de alguno de los neurotransmisores implicados en ellos. La frecuente localización presinaptica de los receptores CB1, permite a los endocannabinoides regular alguna de las actividades que se producen en las terminales nerviosas, como son la síntesis, liberación y recaptación de neurotransmisores como el glutamato, el GABA, la serotonina o la acetilcolina (Ramos y Fernández-Ruiz, 2003).

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Socidrogalcohol


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