A pesar de los esfuerzos realizados en las últimas décadas para clasificar los trastornos por uso-abuso y/o adicción a sustancias psicoactivas, tanto por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), como de la Asociación de Psiquiatría Americana (APA) a través de su Manual de Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM), no se ha conseguido captar suficientemente la realidad clínica.
Por otra parte, la agrupación categorial de estos trastornos mentales y del comportamiento adolece de una insuficiente calificación de la gravedad clínica de los diferentes pacientes o usuarios del sistema sanitario.
Los intentos de captar la gravedad clínica han sido parcialmente fructuosos debido a que, generalmente, se han diseñado para enfocar intensidad clínica y, en pocas ocasiones, impacto global de enfermedad u otras medidas pragmáticas.
En algunas ocasiones los índices de gravedad propuestos como la GAF (Global Assessment Functioning), carecían de buenas propiedades psicométricas, concordancia interevaluadores o test-retest.
A nuestro juicio, el intento más sólidamente formulado para la evaluación de la gravedad de la adicción procede del equipo de McLellan de Filadelfia, que ya hace más de dos décadas promulgó un índice comprensivo, Addiction Severity Index (ASI), basado en al menos siete dominios y que ha venido perfeccionándose en los últimos años con diferentes intentos de adaptación a nivel regional, como ha sido el caso del EuropASI.
Por todo ello, nuestras intervenciones y evaluaciones realizadas a lo largo de las tres últimas décadas presentan limitaciones y debilidades a la hora de calificar el estado basal como la evolución clínica durante el período de deshabituación.
En estos momentos en que la gestión clínica ha tomado una gran relevancia, resultan imprescindibles medidas pragmáticas que permitan evaluar tanto la intensidad como la gravedad clínica así como la necesidad de cuidados y tratamientos para nuestros pacientes.
Resulta necesario destacar que el contexto europeo a través de su Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, en 2007, invita a los diferentes Estados a cuantificar las consecuencias nocivas del uso y abuso de sustancias (Estrategia de la Unión Europea para ayudar a los Estados miembros a reducir los daños relacionados con el alcohol). Asimismo, el contexto nacional invita a desarrollar no sólo el Plan de Calidad 2007 si no también la Estrategia Nacional de Salud Mental 2006.
La monografía presente pretende compilar el conocimiento histórico y su evolución hasta la actualidad, proponiéndole y facilitándole al clínico el instrumento más comprensivo y universalmente utilizado para estos fines en sus diferentes modalidades, dado que, en estos momentos, el ASI constituye una familia de instrumentos adaptables a adolescentes, seguimientos, investigación, gestión, aplicación on line, etc.
Con la esperanza de que este esfuerzo pueda resultar de utilidad, tanto para la investigación como para la clínica de las adicciones, el grupo pluridisciplinar de autores quiere agradecer al Plan Nacional sobre Drogas el apoyo y facilitación para que esta monografía haya podido salir a la luz.
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Socidrogalcohol
lunes, 30 de noviembre de 2009
Valoración de la gravedad de la adicción
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