Introducción
En los últimos años se viene produciendo una progresiva preocupación por los comportamientos disruptivos y contra la ley causados por menores de edad. A los delitos clásicos se une la aparición de nuevos fenómenos como el progresivo descenso de la edad de inicio de consumo de drogas, las agresiones a los padres, la violencia escolar y las acciones de clanes tribales violentos que han sido objeto de atención y debate social.
La sociedad en los países democráticos se encuentra comprometida en ofrecer una respuesta educativa y terapéutica – no punitiva - a este fenómeno, tal como reflejan las respectivas leyes de responsabilidad penal del menor (ley orgánica 5/2000). No es posible implementar una estrategia rehabilitadora sin poseer un conocimiento profundo de la realidad psicopatológica y social de los menores implicados.
En la etiopatogenia del comportamiento delictivo en la adolescencia se han destacado factores sociofamiliares y la predisposición individual. Entre los primeros se hallan principalmente la pobreza, el hacinamiento, la emigración, el estilo de vida parental y los antecedentes patológicos familiares. Respecto a la predisposición individual, la presencia de comorbilidad psicopatológica de eje I y II y sobre todo el uso de drogas.
Diversos trabajos han estudiado la prevalencia de enfermedades psiquiátricas en jóvenes internados por decisión judicial. La mayoría de ellos se han realizado en Norte América, pero en los últimos años, al albor de un creciente interés por el tema, algunas investigaciones han visto la luz en diversos países del continente europeo.
De forma general, todos ellos coinciden en la alta prevalencia de enfermedades mentales entre los jóvenes internados en centros por actos disociales, que oscila entre el 69 y el 100%. Los trastornos externalizantes, especialmente los trastornos de conducta (31% a 75%) y los trastornos relacionados con sustancias (41% a 55,8%) son los más prevalentes. Se encuentran sorprendentemente altas tasas también de otros trastornos, como el TDAH (8% a 17,6%), las psicosis (4% a 34%), y trastornos
internalizantes, como la ansiedad (5% a 47,6%) y depresión (2% a 11,4%).
Existe evidencia de que los delincuentes precoces tienen un alto riesgo de psicopatología en la vida adulta, que se relaciona con la menor edad del primer delito y con el número de éstos cometidos y que la ausencia de tratamiento psiquiátrico en esta población contribuye a incrementar los indicadores de criminalidad.
El aumento del número de adolescentes enfermos mentales que ingresan en establecimientos penitenciarios (Sailas 2005), refleja un fallo en los sistemas asistenciales de la salud mental y enfatiza la necesidad de realizar un despistaje de trastornos mentales en los jóvenes arrestados.
Informe completo
OIJJ (observatorio Internacional de Justicia Juvenil)
domingo, 25 de octubre de 2009
Consumo de drogas y patología dual en adolescentes con severo historial delictivo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario